Ina- Poesía - Cambio de estación




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Thursday, June 28, 2007

No saber

Dibujo Ina

La vida no está llena de verdades absolutas, cada uno llevamos nuestro traje de piel (el que nos corresponda), pero podríamos llevar otro cualquiera.
El "no saber" y " el instante" algo que pediría que durase aún más...


Me invades noche



Aún no ha llegado el día
porque me invade la noche,
pero sé que está al llegar.


Me invades noche
pero entreveo la aurora






Dibujo Ina

Wednesday, June 20, 2007

El último viaje


De regreso de nuevo a Madrid siente que su cansancio le puede. Se recuesta en el asiento al lado del conductor, entorna un poco los ojos y se dispone a revivir los instantes de ese fin de semana en su ciudad, con su gente. Es grato y reconfortante y ahuyenta el malestar de la nueva separación, ya quedan menos…sólo un mes más y podrá reanudar su vida en el punto en la que quedó aparcada por la dichosa “mili”. Este último fin de semana se extingue con el sabor dulce y tierno de ella entre sus brazos. Lo mejor, el mejor de los paréntesis. Se vuelve a repetir, ya quedan pocos, sólo unos pocos más…
Retomar su vida. Una vida que casi está planificada y que en su mente y en su corazón es la que quiere, la que desea, la que ha elegido y por la que apuesta. Con tan pocos años y qué seguro está de lo que quiere y de que el rumbo que ha tomado su vida es el acertado y qué considerada está siendo la vida con él: un buen trabajo que le espera, una maravillosa chica, una casa, su familia, sus amigos, toda su gente…
En este último fin de semana ambos han estado hablando de ello, de su nueva casa y de sus planes de futuro. Perfecto todo para los dos. Qué maravillosa se ve la vida a este otro lado, al lado de ella. Todo esto le acompaña de regreso a su cuartel, a su destierro patrio obligado, del que tan sólo queda un mes, el más largo pero que también pasará.

Le dice a su amigo que no corra, a sus tantas veces compañero de viaje, que no tenga prisa en llegar a su destino militar, aún queda bastante tiempo, van bien de tiempo, ya les queda tan poco para volver a su vida anterior.

Pone la radio, quizás la música le ayude a no pensar, a dejar que el cansancio deje su mente en blanco o seguir contemplando la vida desde el otro lado…

De repente se acuerda de los encargos de su hermana, ella sabe que le sigue encantando dibujar y le ha dado trabajo, dos exactamente, el primero el retrato de una compañera que ha terminado aunque no es enteramente de su agrado, sacado de una fotografía no ha podido hacerlo mejor pero intentará ver a la amiga al natural por si pudiera repetirlo, le han gustado sus ojos, su boca y su pelo, es un reto particular y le gustan los retos, esa chica es definitivamente muy expresiva, bellos ojos, particulares labios que se perfilan en una sencilla sonrisa , difícil pelo rizado, con una expresión de malestar en la foto, incomodada y a disgusto. Su hermana también lo comentó y él piensa lo mismo. El otro trabajillo ha sido gracioso, chocante y a la vez impactante. Estas tres loquitas compañeras de trabajo qué harán en sus horas de descanso. Se las imagina charlando alegres, con la alegría de la juventud que respiran y calentando sus cabezas en cosas inmateriales. Cualquiera podría pensar que están un poco locas, sólo están mediatizadas por los acontecimientos últimos en sus vidas, intentan buscar respuestas y reconfortarse; él conoce a su hermana y sabe que las otras dos serán parecidas a ella. Le gustaría poder verlas y escucharlas en su lugar de trabajo a través de la enorme puerta que las separa del patio del colegio, éstas tres primerizas maestras y sus locas bajitas alrededor. Ese otro dibujo le ha costado mucho tiempo, primero la foto ya era por sí misma extraña, una instantánea sacada de una habitación sala vacía con la televisión apagada y en la que se veía una cara extraña y sonriente pero para nada el fogonazo del flash, se entretuvo mirándola y mirándola en el cuartel y poco a poco empezó a ver más caras en las paredes, en todas partes, pequeñas y diseminadas. Estuvo dudando entre dos de ellas, un señor de cara afilada que él hubiera jurado que parecía judío y otra aún más inquietante. Quedó fascinado al encontrarla y esperó ansioso a este fin de semana para dársela a su hermana, la cara de ella le valió el esfuerzo realizado. Su cara de sorpresa de niña grande mirando el boceto en un papel ordinario de una calavera vestida de soldado que parece sonreírles socarronamente cómo si quisiera decirles algo por su inexistente boca y mirarlos por sus inexistentes ojos. Por un instante su bello se eriza al notar un extraño frío que sale de su interior, se inquieta, se arrebuja de nuevo en asiento, casi se hace un ovillo…Descansar, descansar…

Su compañero le habla y le devuelve al ahora, empieza a hablarle de lo que ha hecho, de lo raro que siente todo, apenas se concentra en lo que le está diciendo, cree entender que van a parar a descansar en un bar de carretera, a tomar un café, tomar aire y estirar las piernas. Asiente y acompaña a su amigo al interior, el bar como todos los de este tipo, huele a grasa, a sudor, a tabaco, se instalan en la mesa más retirada, al fondo del bar y que no tiene gente en las mesas contiguas. Mientras les sirven los cafés su amigo sigue hablándole, asiente de vez en cuando para que piense que está escuchándole pero su mente sigue viendo a la particular calavera que sigue insistentemente mirándolo con ese rictus alarmante. Espera que no se de cuenta pero no consigue continuar con sus gratos pensamientos, ni prestar la merecida atención a su compañero.
Su amigo continúa, parece que no nota que no está ahí, aún estando. Sólo quiere ser oído. Mejor, si tuviera que intervenir en la conversación se pondría de manifiesto su total desconexión, sólo capta algunas palabras que le dan pistas de lo que le está contando y así intervenir con si o no o asentimientos de cabeza.

Su amigo se levanta, siente que no sabe que hacer, ¿le acompaña?, falsa alarma, su amigo le sonríe y se dirige con ligereza al aseo. Debe dejar de pensar en la dichosa cara, la encontró, la dibujó y ya está. Ahora que queda menos de la mitad de camino desea desconectarse hasta llegar al cuartel y que el tiempo que le espera en él pase veloz para volver de nuevo a ser él, para dar los pasos más importantes en su vida.

Su amigo regresa, él se levanta y juntos vuelven al coche. Le dice que está muy cansado y que se va a echar en el asiento trasero y que después se turnará con él en la conducción si lo desea, aunque nunca lo deja. Respira, está de acuerdo, no puede escucharlo y le sigue inquietando que su amigo esté molesto por ello. No lo puede oír, ya hablarán en el cuartel tranquilamente, hay tiempo. Su cuerpo y su mente necesitan descansar. Rápidamente se duerme, se duerme…

El amigo, ahora que él descansa, va acelerando un poquito más cada pocos kilómetros. Desea llegar lo antes posible, esos viajes de ida y vuelta se le hacen cada vez más pesados y frustrantes. Está pensando que es el último que si su amigo quiere hacer alguno más que coja el tren. Está malhumorado y dolido, las cosas no están saliendo como el quisiera, siente que es invisible cuando vuelve y cuando llega. Incluso su compañero de viaje le hizo sentirse así. Sintió que no era escuchado. Hasta que no termine la mili no vuelve, maldita sea. Quizás le echen de menos, había sido un desencuentro detrás de otro es ¿qué él estaba cambiando, o cambiaban los demás? Decide no pensar más en ello, mientras el acelerador está pisado por la furia contenida, debe concentrarse cuando está adelantando en una curva peligrosa. Un camión sale como si fuera un fantasma de ninguna parte, el golpe, el estruendoso ruido, algo que se quiebra en su cabeza y después…silencio.

Alberto despierta o quiere despertar, sintió que su cuerpo se estrellaba entre un amasijo de hierros y metal, tras el tremendo impacto y atronador ruido. Estaré aún soñando…debo despertar. Abre los ojos, se dice pero no parece responderle su cuerpo, oye voces, siente a gente a su alrededor, las sirenas, no siente dolor, no siente su cuerpo, sólo frío, se pone nervioso, intenta hablar, emite un gemido. Abre los ojos y sólo ve al otro lado la calavera que vestida de soldado le alarga la huesuda mano, mientras lo mira sin ojos detrás de su extraña sonrisa….


Ina 2007