
Dos palabras
Él: Sentado delante de la pantalla del ordenador, se empeña en corregir ciertas cartas que en las llamadas fechas señaladas son convenientemente enviadas. Un acto social más y una esperanza menos.
Sabe que recibirá parecidas cartas en esas mismas fechas. Una ingente cantidad de palabras vacías, frases hechas, quizás algún mensaje (algunos de ellos absurdos y de los que se reenvían entre la algarabía que provoca el alcohol).
Cada año se le hace más pesado. No encuentra la bendita magia de lo inesperado, de lo sencillo y auténtico. Eso que recuerda de su niñez y entre su gente, alguna de ella desaparecida.
Si pudiera pedir, si fuera un niño de nuevo, pediría algo tan especial como parece hoy imposible. Ese regalo que no es envuelto en papel, ni enviado en ese tipo de cartas.
Ella: Sentada ante la mesa de su oficina, piensa que la suerte le sonríe. Tiene cada vez más de lo que negaba y un poco menos de lo que buscaba. Hoy, se inquietó cuando él la miraba desde la puerta del dormitorio. Desechó ese pensamiento. Un pequeño engaño, no es un engaño y le da una ilusión más por la vida. Su magia intransferible.
Él: Inquieto y triste desliza sus dedos escribiendo esas dos palabras sobre el cristal del espejo de su gabinete. Esas palabras que no se escriben y que aún escritas pueden tener un sabor rancio, desdibujadas por lo cotidiano.
¿Qué fueron de ellas? ¿Cuándo las encontró por última vez? ¡Hace tanto¡ …
¿A dónde fueron ?...
Recuerdos...una vez sobre una mesa, sin día prefijado y al lado de una rosa. Un bosque de bonsáis al lado de un diminuto muñeco de trapo de enorme corazón y enorme bigote…Susurros en sus oídos cuando ella pensaba que dormía…mensajes luminosos y alegres cada día. Atenciones, cuidados. Magia de bellos encuentros inesperados.
Ella: Se dirige como cada día a su cita. Traspasa el portal que separa y tras la puerta deja el olvido.
Él:Llega a su casa después del trabajo en un día cualquiera. Se detiene ante la mesa. En ella y junto a un libro encuentra dos simples palabras.
Ella: Sola, ante la puerta que los separaba, es olvido.
(c) Ina 2007
Él: Sentado delante de la pantalla del ordenador, se empeña en corregir ciertas cartas que en las llamadas fechas señaladas son convenientemente enviadas. Un acto social más y una esperanza menos.
Sabe que recibirá parecidas cartas en esas mismas fechas. Una ingente cantidad de palabras vacías, frases hechas, quizás algún mensaje (algunos de ellos absurdos y de los que se reenvían entre la algarabía que provoca el alcohol).
Cada año se le hace más pesado. No encuentra la bendita magia de lo inesperado, de lo sencillo y auténtico. Eso que recuerda de su niñez y entre su gente, alguna de ella desaparecida.
Si pudiera pedir, si fuera un niño de nuevo, pediría algo tan especial como parece hoy imposible. Ese regalo que no es envuelto en papel, ni enviado en ese tipo de cartas.
Ella: Sentada ante la mesa de su oficina, piensa que la suerte le sonríe. Tiene cada vez más de lo que negaba y un poco menos de lo que buscaba. Hoy, se inquietó cuando él la miraba desde la puerta del dormitorio. Desechó ese pensamiento. Un pequeño engaño, no es un engaño y le da una ilusión más por la vida. Su magia intransferible.
Él: Inquieto y triste desliza sus dedos escribiendo esas dos palabras sobre el cristal del espejo de su gabinete. Esas palabras que no se escriben y que aún escritas pueden tener un sabor rancio, desdibujadas por lo cotidiano.
¿Qué fueron de ellas? ¿Cuándo las encontró por última vez? ¡Hace tanto¡ …
¿A dónde fueron ?...
Recuerdos...una vez sobre una mesa, sin día prefijado y al lado de una rosa. Un bosque de bonsáis al lado de un diminuto muñeco de trapo de enorme corazón y enorme bigote…Susurros en sus oídos cuando ella pensaba que dormía…mensajes luminosos y alegres cada día. Atenciones, cuidados. Magia de bellos encuentros inesperados.
Ella: Se dirige como cada día a su cita. Traspasa el portal que separa y tras la puerta deja el olvido.
Él:Llega a su casa después del trabajo en un día cualquiera. Se detiene ante la mesa. En ella y junto a un libro encuentra dos simples palabras.
Ella: Sola, ante la puerta que los separaba, es olvido.
(c) Ina 2007