Ina- Poesía - Cambio de estación




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Wednesday, November 28, 2007

El hombre de siempre

El hombre que andaba apoyado en su bastón miraba confuso entre los pequeños escaparates de libros que encontraba en la estrecha calle. Pasaba de uno a otro indeciso, curioseando de forma atropellada, tanto como su pequeña incapacidad le permitía. Así tardó un instante que pareció siempre.

Las tiendan cerraban y los escaparates se oscurecían ante su mirada. Desapareció, invisible ante la gente y en la oscuridad que empezó a reinar.

Al día siguiente el mismo hombre, bastón en mano, sombrero de fieltro y abrigo, se dirigía de nuevo a la misma calle, entre los mismos escaparates y ante las mismas librerías. Su andar ya no era atropellado ni confuso, pareciera que había encontrado la forma de mirar entre ellos con cierto orden. Su propio orden, indescifrable para quien lo observaba.No era un orden cronológico, pasaba de un lado a otro de la calle y de una tienda a otra, pero sin repetir en ninguna de ellas. Como el día anterior no entró en ninguna y así, de nuevo, volvió a disiparse entre las sombras que llegaban.

Me acostumbraba a verlo cada día hacer lo mismo, cada día más seguro de la ruta a seguir y siempre en el mismo orden, a la misma hora y con el mismo atuendo.

Esperaba impaciente que apareciera, o que cambiara sus rutinas y que sólo por un día entrara en algunas de aquellas tiendas y supiera qué era lo que buscaba.

Intentaba descubrir la parte de su cara que el sombrero no ocultaba. No era tan mayor como aparentaba ser y el rictus que formaban sus labios no era el de alguien apenado, tosco o malhumorado. Algunas veces, por un instante, cuando se giraba, apreciaba una especie de sonrisa…

El desconocido empezó a ser alguien conocido para mí, el silencioso hombre al que miraba cada día en su ruta por las librerías de mi calle… al que obstinadamente esperaba cada día.

El tiempo pasa y las cosas cambian pero él continuaba haciendo lo mismo. Pensé que sólo él no cambiaría. Pero un día no llegó, esperé al siguiente y lo mismo, y así muchos días.

Me invadió una extraña tristeza, seguía esperando que asomara. Un día no pude más y salí a la calle a la hora en la que él siempre llegaba. Sin darme cuenta, confusa y atropellada, me dirigí a mirar las librerías como él las miraba. Lentamente oscureció y yo desaparecí.Al día siguiente ya sabía cuál era mi orden, los escaparates de las librerías que quería mirar y lo que yo buscaba.


( c) Ina 2007


3 comments:

Solo Marusa said...

difuso es el destino
quien escribe cuentos,
canta a la poesía
que es la misma vida,
quien escribe poesia,
se contagia de la vida.
sin complicaciones, sin estridencias
asi compartiremos
¿para siempre amiga?

Solo Marusa said...

Quiero ver la música de tus letras, quiero saber que aun hay estrellas allí dentro de tu alma, inaesperada, no me desilusiones, no me prives de tus letras, vamos amiga, deja que salga todo sin restricciones, ni de métricas ni de silabas, solo deja, que no podemos ser como aquellos o como aquel, somos lo que las letras quieren hacer de nosotras, deja amiga, que todo fluya que todo venga
Un beso
(Espero ver más poemas, en bruto)

El ruso said...

Me gusta mucho como escribes...
tienes ese toque con las palabras,
las conoces, son tus compañeras...
Muy bueno.
Un abrazo.