
Estaban en cuclillas mirando el cadáver en la orilla de la playa que el profundo azul había devuelto.
Enredado en indiferentes algas de las que habitan en el mar, casi incorrupto.
Apenados, horrorizados y en silencio portaron el cuerpo como en un cortejo.
Los bañistas asombrados observaban, curiosos, el improvisado acompañamiento.
Mientras tanto, los muchachos llevaban con sumo cuidado al pequeño caballito a un territorio donde podrá al fin descansar
Sentado en el alfeizar de la ventana. Ensimismado y meditabundo. Aspirando el humo de un cigarro transcurre el tiempo. Parece que simplemente viera pasar las nubes y se abandonara a la caricia de los rayos del sol.
Si entraras en él, nada es así.
Fingidor apacible en la tarde que cae. Esperando algo o nada. Sabiendo o no que, mañana como el resto de los días, seguirá imperturbable mientras creas lo que ves.
(c) Ina 2007